La tendencia del capitalismo a reducir el trabajo asalariado está íntimamente ligada al aumento de la productividad por la tecnología: con menor trabajo socialmente necesario se crea igual o más riqueza que hace 100 años. Todos podríamos trabajar menos horas por el mismo ingreso, pero la lógica del capital hace que no trabajemos menos horas sino que trabajemos las mismas horas o incluso más que hace 100 años, pero que cada vez lo hagamos menos personas y en peores condiciones, con la consecuente exclusión social, precarización laboral y su contracara de hiperconcentración de la riqueza en los sectores dominantes.
Ante esa realidad queda resignarse a que eso va a ser así y buscar paliativos o por otro lado, sin negar la urgente necesidad de paliativos, intentar también organizar la disputa de fondo por una vida digna para todxs, pero no sólo como utopía sino también aquí y ahora.
En este sentido, disputar no es otra cosa que afectar la rentabilidad del capital. Y en este aspecto es clave que desde el propio campo popular se pueda reconocer que la vía fiscal de distribución (es decir, cobrar un impuesto y darle un sentido social a la reinversión de esa recaudación) es plenamente válida y es progresiva, pero es sólo una de las herramientas, y que encuentra su principal limitación al ser una opción que no afecta la organización de la producción, del trabajo humano, que es de donde el capital obtiene sus siderales ganancias.
Si el origen de toda la riqueza es el trabajo, entonces para plantear la distribución de la riqueza hoy tenemos que darle un protagonismo central al proyecto de reducir la jornada laboral. Tenemos que recuperar la ambición de horizontes, forzando al capital a la creación de empleo, generando las condiciones para que la hegemonía del Estado en la organización de la producción no sea una quimera sino un camino palpable y concreto que es cada vez más necesario y por el que es deseable y posible avanzar.
Y por supuesto que esto no se contrapone ni con la necesidad de medidas de emergencia para los sectores más castigados por el sistema ni con el impulso estatal a formas sociales de propiedad y de trabajo, que son una de las patas fundamentales sobre la que se debe asentar un proyecto pos capitalista.
No hay en esto ni contradicción antagónica ni posibilidades de éxito si damos la pelea aisladamente por sólo una de estas reivindicaciones. Son todos aspectos complementarios de la misma lucha y tenemos que marcarlos a fuego en la agenda del campo popular, para caminar hacia una Argentina con protagonismo y vida digna de lxs trabajadorxs.
*Zaida Chmaruk es parte del directorio del INAES y presidenta del Consejo Asesor de Géneros y Diversidad del mismo.